Me llevo hasta un lugar desconocido entre su mirada, y sus largas pestañas.
Recuerdo que antes habíamos hablado de la salinidad del mar, y luego
vi brotar esa sal en sus lágrimas, drenandose hacia su cuello, lento.
La tomé entre mis brazos, estábamos ahí todos nosotros, aunque físicamente
solo ella y yo.
Alrededor de ella: gritandole la ansiedad abrazada de la desesperación, atrás de ella
muy escondida la pena, junto con la humillación, atándole las manos y con fino
descaro la impotencia, cerrándole de a poco los ojos y sumergiendola en lo incierto
la peor de las distorsiones: la mentira.
Jugando con su cabello, haciéndole cumplidos pero con la otra mano arrancándole la ingenuidad
la vanidad.
Ese momento lo tengo muy grabado, fue la última vez que vi sus ojos vibrar con tenue vitalidad,
unos días antes de que muriera.
Ese día toque su piel: Fría, seca, de textura agrietada, como papel tapiz arrancado de la pared,
su cabello frágil y escaso, sus huesos sobresalían como intentando salir de su piel, su corazón
latía aritmicamente, pero algo que siempre me supo decir que la conocía, que sería una parte importante
de mi, eran esos ojos, que estaría dispuesta a secar toda mi vida, esos ojos que alguna vez se me hicieron tan familiares.
A ella, la quise como a una hermana, como si fuera de mi sangre, era mi mejor amiga.
Aproximadamente una semana después, un taxi, un café en mano, nervios, preocupación, me llevaron hasta la
habitación donde estaba ella.
Estaba acostada, y gris, eso no era más mi hermana, eran pedazos de su alma, despidiendose de los rincones de su cuerpo,
no pude evitar quebrarme por completo cuando me extendió su mano y me dijo "Ya". Con ese suspiro que dio,
sentí tantas cosas dentro, ganas de levantarla y sacarla de ahí, quitarle cada cable, arrancarme el corazón y dárselo a ella.
Quitarme todos mis órganos, darle mil transfusiones de sangre, lo que fuera... era demasiado tarde, lo único que pude darle esa vez fue
un "Te amo, nunca te voy a olvidar" nos hicimos una promesa, me beso la mano, me dio una de sus pulseras, y me dijo
adiós con la mano, con muy poca fuerza, cerré la puerta y a escasos veinte minutos, vimos al doctor salir con expresión neutral.
No creo que sea apto describir esa sensación de cuando pierdes a alguien, no es justo para nadie decir "Se siente horrible" o "que bueno que descanso"
Son extremos muy opuestos, puedo decirte que hay partes de mi que la extrañan a morir, que nadie llenará su espacio,
que lógicamente me sentí culpable, que fui muy literal al decir que hubiera dado todo por salvarle la vida, pero por otro lado,
si no hubiera sido por ella, no hubiera caído en cuenta de lo que es superar el miedo a la muerte, entender los extremos de nuestro mal (que a mi me acogía
en menos manera), tener un motivo por quien luchar, saber que un ángel hermoso me cuida desde cualquier lugar, con lágrimas en los
ojos les digo que ella no era de este mundo, que siempre tenia esa idea dándole vueltas en su cabezita... esa idea de volar, de ser aire.
Ella, me llevo hasta un lugar desconocido entre su mirada y su liberación, encarnada en mi piel, dibujada con tinta, indeleble en mi corazón.
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