La practicidad de las personas puede ser conmovedora, como simplemente con decir "estoy aquí" creemos solucionar el problema de los demás.
Hay que demostrar y no hablar.
Hay que cerrar nuestras bocas y abrir los oídos.
Hay que suspender nuestras quejas, y albergar nuestras opciones y soluciones.
Hay que secarse las lágrimas e inundarnos con alegría.
Hay que dejar de ser prácticos maldita sea, y entender la teoría de nuestras vidas: dejar de actuar, de fingir, de escondernos y empezar a improvisar con resguardos, a establecer que no tendremos limites a la hora de sentir, que al arriesgarnos a brincar estemos 100% seguros de que hay alguien debajo.
Tenemos que dejar de cometer errores una y otra vez, tenemos que aprender, escucharnos a nosotros mismos... conocernos.
Los seres humanos tenemos una tarea muy laboriosa y cotidiana, y ninguno de nosotros se levanta pensando: Hoy es un buen día para entrar en mi, al contrario salimos de nosotros mismos todos los días... no indagamos nunca más en el niño que algún día sonrió sinceramente sin razón,
jamás nos damos las gracias, ni nos pedimos cosas por favor a nosotros mismos, mucho menos nos pedimos permiso para hacer
todas esas cosas que sabemos perfectamente que nos destruyen, nunca estamos ahí para nosotros mismos.
Estamos solos todo el tiempo, practicamente.
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