Y te descubres ajena a tu cuerpo, como si fuera un huésped no bienvenido en mi alma, sentía un dolor abismal en el estómago de preocupación, de abandono. Si mi cuerpo pudiera hablar en este momento gritaría que no me quiere más, que esta asustado del monstruo en que me he convertido, que no desea ser torturado más, que ultimamente me he empeñado a deshacerme de el, que mi mente peligrosa se lo dice: Jamás me había sentido tan extraña, tan succionada de mis facultades e inmersa en mi inseparable (mal/bien) esquizofrenico humor.
Las cosas imperceptibles son las más aterrados: el silencio, el espacio vació, el escrito no terminado, el cuerpo y sentido abandonados en la cama...
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